Elevando el listón de la exigencia

Martin Boyd

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Una de las presentaciones más estimulantes que escuché en el congreso de la ATA en  Chicago fue la ponencia titulada “Why Raising the Bar on Your Own Translation Quality is about to Get Deadly Serious” (Por qué elevar el listón en la calidad de tu propia traducción va a volverse tremendamente serio), impartida por Chris Durban, Kevin Hendszel y David Jemielity. La sesión fue un llamado al despertar para todos los traductores independientes, alertándolos de la creciente estratificación que existe entre lo que se llama el “sector al por mayor” de gran volumen y traducciones de mediana calidad, y el “sector selecto” con trabajos de gran calidad realizados por genuinos expertos de la materia. En la medida en la que los pagos continúan disminuyendo en el sector al por mayor, según los ponentes, los traductores se enfrentan con un peligro profesional a futuro, a menos que puedan distinguirse como maestros de su trabajo, especialistas en los campos de su elección y escritores excepcionales.

Las credenciales de estos tres ponentes no dejan duda de que están calificados para hablar del tema de la traducción selecta. Chirs Durban es una traductora del francés al inglés radicada en París, especializada en negocios y finanzas, y forma parte del Consejo de Directores de la ATA. Sus contribuciones incluyen la que probablemente sea la guía de traducción para los clientes más conocida del sector, Translation: Getting It Right, así como un libro que reúne consejos para los traductores titulado The Prosperous Translator. Kevin Hendzel es un laureado traductor del ruso al inglés, especialista en los temas de seguridad nuclear y la reducción de amenazas nucleares. Sus traducciones publicadas incluyen una impresionante lista de libros y artículos sobre mecánica cuántica y ópticas de láser, y también es un experto reconocido con un alto perfil como consultor de medios para nuestro sector. David Jemielity es un traductor del francés al inglés especializado en finanzas, Jefe de Traducciones en la firma bancaria suiza BCV, y un profesor titular de traducción financiera en la Universidad de Ginebra. Evidentemente, los tres han encontrado un nicho en el sector selecto en el campo de la traducción, y cada uno es una prueba viva de que la traducción puede ser una profesión bien remunerada.

Esta prueba  es bienvenida a la luz de las noticias desalentadoras que estamos acostumbrados a escuchar sobre las presiones a la baja de las tarifas de traducción en años recientes, una perspectiva muy sombría que se desprende de las estadísticas de nuestro sector. Según el Departamento del Trabajo en E.U., por ejemplo, el salario promedio anual para la gente que trabaja en los servicios de traducción e interpretación ha estado fluctuando alrededor de los $50,000 dólares en los pasados cinco años, algo muy abajo del promedio de los servicios profesionales y técnicos de la industria en su conjunto (los cuales rondan la marca de los $80,000 dólares); más aún, después de alcanzar un pico de $57,653 dólares en 2011, el ingreso anual de los traductores e intérpretes se ha ido de bruces en los años recientes, cayendo hasta los $49,734 dólares en 2013. Un estudio reciente sobre el ingreso de los traductores en Europa es también poco alentador (ver, por ejemplo, las estadísticas presentadas en el reporte de la Comisión Europea, The Status of the Translation Profession in the European Union).

Aparte de la inestabilidad generalizada que ha afectado a la economía global en los años recientes, numerosos factores inciden en el sombrío panorama de los ingresos de los traductores; tal vez lo más notable entre estos factores sea la globalización del sector producida por la revolución en las comunicaciones de la pasada década, y la creciente popularidad de la tendencia de abaratar los costos abandonando la traducción hecha por humanos en favor de la traducción automática seguida por la “post edición” humana. La globalización de la industria ha dado una ventaja competitiva a los profesionales del lenguaje que habitan en regiones con un bajo costo de vida, ya que pueden ofrecer el mismo nivel de calidad de la traducción a un precio menor, gracias a sus costos más bajos. A menudo, sin embargo, los ahorros esperados al contratar un servicio de traducción en una localidad remota terminan siendo invalidados por la subsecuente necesidad de restringir sus servicios debido a su falta de conocimiento de la localidad que los solicita, sin mencionar los riesgos asociados a la contratación de personas cuya lejanía geográfica puede obstaculizar la verificación de sus calificaciones y el contacto inmediato cuando se necesita. Y en cuanto a la creciente popularidad de la traducción automática + la posterior edición humana, las burdas traducciones textuales producidas por la traducción automática frecuentemente requieren no solamente “post edición”, sino la rescritura completa, a menos de que el cliente no esté realmente preocupado por cuestiones como la coherencia textual y el estilo fluido del lenguaje.

El punto señalado por Durban, Hendzel y Jemielity en su presentación fue precisamente que muchos clientes de la traducción no están preocupados con los temas de calidad mencionados; su primordial preocupación es la de mantener los costos al mínimo, y en consecuencia recurren al sector al por mayor para comprar las traducciones “pasables” que están buscando. Sin embargo, hay muchos clientes que entienden las consecuencia negativas que estas soluciones “pasables” pueden tener para sus ganancias, particularmente aquellas que se aplican en campos especializados donde la precisión técnica y la calidad de la redacción son de primordial importancia. Son estos clientes -los del sector selecto- los que los traductores necesitan buscar para escapar de la espiral descendente del sector al por mayor.

Uno de los aspectos más importantes que Durban, Hendzel y Jemielity tocaron sobre el “sector selecto” es que requiere tener competencia en un campo determinado. Muchos traductores, particularmente los principiantes, deciden venderse como “generalistas”, comúnmente basándose en la creencia de que aceptar cualquier tipo de trabajo de traducción es la mejor forma de maximizar sus posibilidades de trabajo.

El problema con esta visión es que las traducciones “generalistas” últimamente se convierten en “ajonjolí de todos los moles” y buenos para ninguno, lo cual los descalifica para la clase de traducción especializada que pudiera darles acceso al sector selecto.

Por supuesto, es innegable que hay campos especializados que son más selectos que otros. El trabajo de Kevin Hendzel en el delicado campo de la seguridad nuclear es un buen ejemplo; las traducciones selectas resultan absolutamente necesarias cuando el riesgo que conllevan las traducciones de baja calidad incluye la posibilidad de un accidente nuclear. Aquí es donde el paradigma de los dos sectores cada vez más divergentes en el campo de la traducción hasta cierto punto se derrumba, ya que el sector selecto está muy lejos de ser homogéneo: más bien, está construido con diversos nichos de mercado, que tienen también diversos rangos de ganancias potenciales. El sector al por mayor es igualmente diverso, y comprende desde largas y voluminosas traducciones de textos generales en los cuales la reducción de los costos es la preocupación predominante, hasta la traducción que puede ser muy especializada, pero donde las limitaciones del presupuesto hacen imposible ofrecer las tarifas que la calificaría como parte del “sector selecto” (una traducción literaria para una editorial pequeña, por ejemplo).

Por lo anterior, ¿podemos hablar de dos sectores cada vez más divergentes en el terreno de la traducción? Probablemente no, pero hay sin duda un continuo muy largo de rentabilidad, en términos generales, con la traducción al por mayor donde la prioridad es el presupuesto al extremo inferior, y los campos altamente especializados que demandan precisión técnica y calidad de la redacción al extremo superior. Si las estadísticas del declive en los ingresos en el campo de la traducción nos dicen algo, es que el extremo más bajo de este continuo se está expandiendo, y eso es una tendencia que debería preocuparnos a todos, independientemente del lugar que ocupemos  en ese continuo, ya que implica una futura erosión de los estándares de traducción y de las expectativas de calidad que tienen los clientes. Como traductores, conviene a nuestro interés hacer un firme compromiso con el profesionalismo, la calidad en la redacción y la experiencia en nuestros campos de especialidad, no solo para ser traductores prósperos, sino para elevar el listón de la exigencia, así como la percepción de la traducción como una profesión digna. Porque demandar respeto al importante papel que desempeñamos como traductores es, efectivamente, algo muy serio.

Traducido por Mario Huacuja

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