Martin Boyd
Es de conocimiento común, al menos dentro del sector de la traducción, que solo alrededor del 3 por ciento de todos los libros editados en los Estados Unidos son traducciones. De hecho, esta deprimente estadística se ve reflejada en el nombre de uno de los foros en línea más importantes de la literatura internacional: el excelente sitio web de la Universidad de Rochester Three Percent. Pero en realidad, al indagar en las estadísticas se revela que la situación es aún peor, ya que dentro de la figura de tres por ciento se incluyen los manuales técnicos y otros textos de no ficción, mientras que la cifra en el caso exclusivo de la narrativa literaria y la poesía se aproxima más al 0.7%.
Y la cifra no es mucho mejor en otros países de habla inglesa… incluso aquí en Canadá, donde las pocas traducciones literarias editadas son, en su mayoría, entre los dos idiomas oficiales del país (el francés y el inglés) con el apoyo del organismo de promoción cultural del gobierno, el Canada Councl. Por otro lado, el porcentaje de traducciones en otros países tiende a variar desde alrededor del 28% (en el caso de Francia) hasta el 40% (en Turquía), aunque se pueden encontrar proporciones aún mayores en los mercados más pequeños, tal como el de Eslovenia (70%).
Un argumento común para la baja proporción de traducciones publicadas en países de habla inglesa es que la diversidad de la literatura escrita en inglés ya es tan rica que los editores no ven la necesidad de preocuparse por lo que Hephzibah Anderson de la BBC describe como “la carga molesta de la traducción“. Si bien es cierto que la producción literaria en los Estados Unidos y el Reino Unido es considerable, y que un cierto grado de diversidad cultural está asegurada con las aportaciones de autores de antiguas colonias británicas, como Sudáfrica, India o Nigeria, quienes han elegido escribir en su segundo idioma, es difícil evitar la impresión de cierta satisfacción vanidosa en una comunidad lingüística que utiliza su propia hegemonía imperialista como una excusa para ignorar a las voces que hablen en cualquier lengua distinta de la suya. Si, como sugiere Daniel Damrosch, el propósito de la literatura universal es ofrecer “múltiples ventanas al mundo”, parece que el mundo de habla Inglesa esté contento de que la mayoría de dichas ventanas queden cerradas.
Al analizar este número muy limitado de traducciones literarias en términos de sus lenguas fuente, también se detectan algunas tendencias bastante reveladoras. De acuerdo con un análisis de reciente publicación de las estadísticas de la traducción literaria, el francés y el alemán son por mucho las dos lenguas fuente más populares en los Estados Unidos, cada una con alrededor de 10,000 traducciones editadas en los últimos 35 años, lo que representa alrededor de 285 publicaciones por año. Teniendo en cuenta que alrededor de 300,000 libros se editan en Estados Unidos cada año, 285 no se trata de un promedio muy alentador; sin embargo, parece una cifra bastante robusta en comparación con el número de libros traducidos del español: solo 3829 en los últimos 35 años, o alrededor de 109 por año. Esta cifra coloca el español como la cuarta lengua fuente más popular para traducciones editadas en los Estados Unidos… detrás del inglés, que cuenta con alrededor de 122 traducciones editadas cada año. Es decir, ¡se editan más traducciones del inglés a los idiomas minoritarios de los Estados Unidos que del español al inglés! Una estadística sumamente extraordinaria, dado que el español es en efecto la segunda lengua de los Estados Unidos (con alrededor de 40 millones de hablantes), y que su vecino al sur es el país de habla española más grande del mundo. Lamentablemente, la enorme importancia de la relación de los Estados Unidos con su vecino del sur no se refleja en la traducción literaria en los EE.UU.: poco más de 300 de los 3829 traducciones del español al inglés en los últimos 35 años español-inglés han sido de obras de autores mexicanos.
A pesar de esta situación tan deplorable para la traducción literaria, hay algunos rayos de luz en la oscuridad. Entre ellos, se destaca el papel positivo que desempeñan las editoriales universitarias en los Estados Unidos; 4 de los 10 principales editores de traducciones en el país son editoriales universitarias, y en el caso particular de la traducción español-inglés ha sido inestimable la contribución de editoriales académicas como University of Texas Press. El efecto democratizador de la revolución de la Internet también ha sido bueno para la traducción literaria, ya que sitios web como Three Percent o Words without Borders ofrecen foros para la publicación y promoción de la literatura traducida. Tales foros desempeñan un papel importante en la batalla continua para abrir las múltiples ventanas cerradas de la casa de “English only” de la literatura universal.